Mn. Josep Tàpies Sirvant
Nació el día 15 de marzo del año 1869 en Ponts, el futuro presbítero Josep Tàpies Sirvant. Su hogar, situada en la calle del cuerpo, cerca de la iglesia parroquial dedicada a Santa Maria. Cursó los estudios eclesiásticos en nuestro seminario diocesano y el dia 11 de junio de 1892, el prelado Urgelitano Salvador Casañas i Pagés, futuro obispo de Barcelona i Cardenal de la Santa Iglesia Romana, lo ordenó presbítero, en la antigua colegiata de Santa Maria de Valldeflors, hoy basílica parroquial, de la ciudad de Tremp.
Ejerció su ministerio sacerdotal en la parroquia de Nuestra Señora de Ribera de La Pobla de Segur. Desde el 1892 al 1910 como vicario parroquial; ecónomo del beneficio de organista del 1905 al 1909, y beneficiado-organista desde el 1909 hasta el dia 13 de agosto de 1936 cuando fue inmolado "in odium fidei".
Transcribimos literalmente lo que Mn. Jesús Castells nos ha dejado escrito referente a nuestro biografiado: "No caminaré ni un paso más ni un paso menos para liberarme de los perseguidores; en casa me encontrarán siempre. Por lo que tiene que ver con mi muerte, escribe a un sobrino suyo, no te apures, porque habiendo consumado ya mi carrera, estoy completamente en las manos de la divina providencia; justo es que queden sacerdotes para trabajar en la viña del Señor; los que huyen serán los confesores, los que nos quedamos podemos ser mártires. He pasado en La Pobla cuarenta cuatro Domingos de Ramos, ¿qué tiene de particular de pasar allí mismo un viernes de pasión?" (Martirologi de l'Església d'Urgell 1936-1939, paginas 157-158).
Quien era realmente el beato Mn. Tàpies? Recogemos el testimonio del Sr. Salvador Maluquer Nicolau. Durante muchos años Mn. Tàpies vivió en un apartamento propiedad de la esposa del Sr. Maluquer y los unia una gran y profunda amistad; se relacionaron durante 40 años. Afirma que era un sacerdote piadoso y ejemplar, practicaba de manera especial la virtud de la caridad. Las puertas de su casa estaban abiertas siempre a todo el mundo. Pobres, sacerdotes y religiosos compartían frecuentemente su mesa. Una característica muy peculiar de Mn. Tàpies era la gran autoridad moral que ejercía sobre aquellas personas que estaban alejadas de la Iglesia; estas, en el momento de su muerte, pedían a nuestro beato para la administración de los últimos sacramentos y para ser ayudados a morir bien. Esto nos puede hacer entender que los cristianos de La Pobla de Segur confiaban en Mn. Tàpies y lo tenían por un buen sacerdote. Mn. Josep Tàpies estaba convencido de su suerte y en ningún momento no quiso evadirse de la realidad. Tuvo la oportunidad de irse para Barcelona, en compañía del Señor Maluquer i de su familia, con el correspondiente salvoconducto expedido por la Comisaria General de Orden Público. Prefirió quedarse en la Pobla ejerciendo su ministerio, atendiendo los fieles de la comunidad cristiana.
Este era, a grandes rasgos, Mn. Josep Tàpies. Los mismos enemigos estaban convencidos de esta postura suya y, tal vez debido a eso, no lo molestaron hasta el día mismo del martirio. Ni cuando, el 21 de Julio, acudía al registro del templo, ni el 23, cuando iba a protestar, - siempre vestido de sotana, manto y sombrero, así iba al martirio-, por la detención de Mn. Pere Martret y de Mn. Silvestre Arnau, ecónomo y vicario parroquial de La Pobla de Segur respectivamente, y compañeros de martirio; ni cuando, el 6 de agosto, pasaba ante los guardias milicianos, yendo a confesarse a casa de Mn. Joan Auger, a quien decía: "Sí, moriremos por la fe". Los contrarios siempre lo consideraban a su alcance y él, con la mano bien firme en el arado, no se echó atrás en ningún momento.
El día 13 de agosto, bien temprano, los verdugos se presentaron en su casa. Los recibió su sobrina María Tàpies Riu. Inmediatamente ella fue a llamarlo. Poco después él se presenta ataviado con los distintivos sacerdotales, y les dijo abiertamente: "Vengo vestido así para no engañar a nadie y acreditar mejor mi condición de sacerdote; me gusta dar la cara ante los conflictos, por graves que sean". Fue trasladado a la sede del comité local donde se reunió con sus hermanos en el sacerdocio y en el martirio. Aquí será interrogado por miembros del comité. Junto con sus hermanos en el sacerdocio, que lo serán en el martirio, fue conducido al camión que los llevará al lugar del sacrificio. Cuando la comitiva de automotores pasará por delante de la iglesia parroquial se despedirá de la Madre del cielo con estas palabras: "Adiós Virgen de Ribera, hasta al cielo". Antes de ser inmolado ante el piquete de ejecución, todavía exhorta a Mn. Silvestre Arnau Pascuet, a ser fiel, con estas palabras: "Ya tienes la palma del martirio en las manos, no la dejes escapar".