El hermoso signo del pesebre
El pesebre manifiesta la ternura de Dios que, siendo Creador del universo, se abaja a nuestra pequeñez, y es una invitación a ‘sentir’ y a ‘tocar’ la pobreza que el Hijo de Dios eligió para sí mismo en su encarnación, así como una llamada a encontrarlo y a servirlo con misericordia en los hermanos más necesitados. Toda la creación participa en la fiesta de la venida de Jesús. Por esto colocamos el cielo estrellado, casitas, los animales y los pastores pues toda la creación participa en la fiesta de la venida del Mesías. Los ángeles y la estrella son la señal de que también nosotros estamos llamados a ponernos en camino para llegar a la gruta y adorar al Señor. Los pastores se convierten en los primeros testigos de la salvación que se les ofrece. María es la madre que contempla a su hijo y lo muestra a cuantos vienen a visitarlo. Es la Madre de Dios Inmaculada que no tiene a su Hijo sólo para sí misma, sino que pide a todos que obedezcan a su palabra y la pongan en práctica. Le acompaña S. José, custodio de la familia, que nunca se cansa de protegerles y que no duda en ponerse en camino ante la amenaza de Herodes. El primer educador de Jesús niño y adolescente, que como hombre justo confió siempre en la voluntad de Dios y la puso en práctica. Los Reyes Magos nos recuerdan nuestra misión evangelizadora. Llegan de Oriente para contemplar al Niño y ofrecerle sus dones. Muestran que todo cristiano tiene que ser evangelizador y que se puede comenzar a caminar desde muy lejos para llegar a Cristo. Ante Él comprenden que Dios, igual que regula con sabiduría el curso de las estrellas, guía la historia, abajando a los poderosos y enalteciendo a los humildes.
El pesebre comienza a palpitar cuando, el día de Navidad, colocamos la imagen bendecida del Niño Jesús. Entonces Dios se presenta así, en un niño, para ser recibido en nuestros brazos. En la debilidad y en la fragilidad esconde su poder que todo lo crea y transforma, y nos revela la grandeza de su amor, que se manifiesta en la sonrisa del Niño y en el tender sus manos hacia todos. A todos nos abraza y bendice. Recemos estos días ante el pesebre y acojamos la Paz de Jesús, meditando en las figuras y en todo lo que representan.