Al servicio de nuestro pueblo

Conclusión

 

 

[21] Hace veinticinco años, nuestros predecesores se sintieron llamados a poner de relieve las raíces cristianas de Cataluña y renovaron el compromiso de la Iglesia a favor de nuestro pueblo. Ahora los pastores de las diócesis con sede en Cataluña sentimos la urgencia de reavivar estas raíces y de impulsar nuevas iniciativas evangelizadoras, con espíritu de servicio, para el bien del país, de su cultura y, sobre todo, de todas las personas que viven aquí. La reciente visita del Santo Padre a Barcelona nos anima en este sentido misionero y nos indica nuevos caminos por donde progresar confiadamente en este nuestro intento.
La sociedad contemporánea, como ya nos indicaba el papa Pablo VI,51 quiere testigos más que maestros, y si acepta a los maestros lo hace en la medida en que son testigos auténticos. Es por eso que proponemos a todos los cristianos un renovado compromiso en la vivencia de la fe y en su adhesión amorosa a la Iglesia, y pedimos no cansarnos nunca de predicar la Palabra de Jesucristo, en toda circunstancia, yendo a lo esencial de su mensaje de amor. Todos necesitamos vivir con más radicalidad y coherencia lo que predicamos, para que muchos de nuestros coetáneos puedan sentirse atraídos nuevamente por Jesucristo y se descubran invitados a formar parte activa de la comunidad de sus discípulos.
[22] Somos conscientes de las carencias y los errores que, como miembros de la Iglesia, hayamos podido cometer en un pasado más o menos lejano, y humildemente pedimos perdón; pero al mismo tiempo también somos conscientes del papel insustituible que ha tenido la Iglesia y el cristianismo en la historia milenaria de Cataluña, y estamos convencidos de que los cristianos, guiados por la luz siempre actual de la Buena Nueva del Señor Resucitado, podemos seguir contribuyendo decisivamente en el presente y en el futuro. Somos hijos de una gloriosa tradición y nos sabemos colaboradores de un apasionante proyecto de Dios mismo, por el bien de toda la humanidad, en el presente y en el futuro. Somos herederos de una gloriosa tradición que ha arraigado en «una tierra que, con toda probabilidad, acogió la predicación de Pablo y que, posteriormente, fue regada por la sangre del protomártir Fructuoso, obispo, y de sus dos diáconos, Augurio y Eulogio».52 Es el Señor quien nos abre los caminos y es fiel a sus promesas, que se realizan en la debilidad de nuestra vida. Así lo proclamó san Fructuoso, inspirado por el Espíritu Santo, en el momento de entregar su vida: «No os faltará pastor, y el amor y la promesa del Señor ya no podrán fallar, ni en este mundo ni en el otro. Porque esto que estáis viendo es debilidad de una hora.»53
Por eso sentimos la necesidad de recurrir con fe y confianza a la omnipotencia de Dios en la oración personal y comunitaria, y de reafirmar nuestros lazos fraternales de comunión en el Señor, en nuestras diócesis y parroquias, en nuestras comunidades y en nuestras familias, en las asociaciones y movimientos. Sólo así podremos ofrecer respuestas adecuadas para que toda la Iglesia se presente al mundo contemporáneo con un impulso misionero capaz de promover y llevar a cabo con gozo y acierto la nueva evangelización que el Señor nos encomienda en los inicios de este tercer milenio de la era cristiana.54 Nos proponemos y proponemos a todo el pueblo cristiano que peregrina en Cataluña, una nueva primavera del espíritu, un nuevo impulso evangelizador al servicio de toda la sociedad y una entrega generosa a los más pequeños y necesitados: que cada uno en su entorno sea llama ardiente de fe y de caridad.
¡Que el Señor bendiga nuestros propósitos y la Virgen, venerada en nuestra montaña santa de Montserrat y en nuestros innumerables santuarios de nuestra tierra catalana, nos acompañe y nos sostenga en el camino del servicio a nuestro pueblo!

 

 

Los obispos de Cataluña
21 de enero de 2011
Fiesta de los santos mártires Fructuoso, Augurio y Eulogio