El Arzobispo Joan Enric, a partir de un texto proclamado de la carta a los Gálatas y el Evangelio de Lucas 4, destacó que la lucha entre carne y espíritu debe significar tomar la buena decisión, escuchando y fiándose de la voz de Dios. En el combate de la fe, el creyente debe dejarse conducir siempre por el Espíritu de Dios y así no satisfacer las obras materiales, de la carne, desencaminadas. Compromiso de fe, dejándose inspirar por el Espíritu, como la Virgen María que dio totalmente a la voluntad del Padre.
El mismo Espíritu Santo que conducía a Cristo, nos debe llevar a sentir la protección, la paz y el gozo, y así ser testimonios valientes del Señor. Especialmente en medio de la pandemia, todos y especialmente los jóvenes, debemos ser portadores de esperanza y de solidaridad.
Les animó a leer el Evangelio que les regaló al final de la misa, y a participar asiduamente en la Eucaristía, así como a vivir compartiendo con grupos de fe en la parroquia o en la escuela, y encontrando voluntariados y compromisos adecuados a su edad, para -insistia- "ser sal de la tierra y luz del mundo" como nos reclama el Señor.
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